Blogia
limonche

Una luz en el corazón

Una luz en el corazón

UNA LUZ EN EL CORAZÓN

"Los dos personajes más interesantes del siglo XIX son Napoleón y Helen Keller" – Mark Twain.

De los dos personajes mencionados, esta breve introducción describe aspectos de la vida de Helen Keller, sordociega y mujer ejemplar.

Helen vino al mundo en Tuscumbia, Alabama, el 27 de Junio de 1880. Su auténtica vida comenzó, sin embargo, un día de marzo de 1887. Ella citó siempre ese día como el más importante que pueda recordar, "el cumpleaños de mi alma". Fue cuando, Anne Sullivan, una joven de veinte años, graduada en la Escuela Perkins para ciegos, aceptó ser su profesora. Desde ese instante, Helen y Anne fueron inseparables hasta el fallecimiento de esta última en 1936.

Alexander Graham Bell, inventor del teléfono y maestro de sordos, supo del caso de la pequeña Helen y se interesó de inmediato por ella. La niña había quedado sorda, ciega y sin habla a los dieciocho meses de edad, tras padecer unas terribles fiebres, probablemente escarlatina. Graham Bell era un hombre curtido en la discapacidad, pero le impresionó vivamente saber de los deseos de aquella criatura, que se aferraba de continuo a la falda de su madre y gritaba a todos por medio del tacto, del olor y de las rabietas de un genio terrible, el anhelo de comunicar al que aspiraba.

Enseñar a comunicar era el afán de Bell. Empero, el caso de Helen le resultó de una gran complejidad. Las personas sordas de nacimiento estructuran el lenguaje en razón de la vista. Una persona ciega y sorda de nacimiento, lo tiene aún más difícil. Sólo el tacto puede contribuir a superar tan grande barrera.

Bell enseñaba a los niños sordos a expresarse oralmente. Aplicaba en estos el método ideado por su padre, Melville Bell, conocido como Discurso Visible. Por medio de este, es posible reproducir los sonidos de cualquier idioma, disponiendo los labios, lengua y cavidad bucal de una determinada manera. El razonamiento de Bell, que nunca se opuso al lenguaje de los signos, es que la cultura de la humanidad es fundamentalmente cultura escrita. El lenguaje que utilizamos los seres humanos, desde el principio de los tiempos, se forma de palabras, que nombran los desvelos más profundos de los sentimientos. Hay pues que enseñar a las personas a comunicarse oralmente y a entender el lenguaje verbal. No obstante, el método del discurso visible, carecía de sentido en el caso de Helen. Aquí es donde intervino el inventor del teléfono, recomendado un sistema y recomendando, sobre todo, a Anne Sullivan, al percibir en ella a la chica inteligente, despierta y sensible que era, capaz de estimular y despertar los sentidos dormidos de la pequeña Helen.

Anne descubrió de inmediato que si Helen se manifestaba como una niña traviesa, no era por capricho, sino por el anhelo de expresarse y de saber del mundo en el que vivía. Helen sufría la cárcel del cuerpo. La incapacidad de comunicar le llevaba a golpearse contra las paredes y a esconderse en los rincones, por no entender que significaban las vibraciones y movimientos de los labios de sus padres, y, sobre todo, por saberse diferente.

Lo primero que se le ocurrió a Anne fue poner en una de las manos de Helen una pequeña muñeca, al tiempo que con la otra deletreaba "d-o-l-l", dibujando en la palma de su mano cada una de las letras. Buscaba que Helen relacionara palabras y objetos. Así sucedió. Pronto la niña aprendió a imitar las letras que denominan las cosas, pero sin ser capaz de comprender que estas designan conceptos y reflejan las sensaciones del mundo, en el que a veces se agosta nuestro malhumor. No obstante, en una ocasión se le ocurrió a Anne situar una de las manos de Helen bajo un chorro de agua, a la vez que le deletreaba como caricia la palabra "w-a-t-e-r".

El descubrimiento de la relación entre palabras y objetos, abrió de par en par una ventana en el corazón de la niña. Asoció de inmediato letras e imágenes. Hasta entonces había sido un ser de carne y sentimientos dormidos. El espíritu despertó en ella bajo el frescor del agua al deslizarse entre sus manos.

No se cansaba de preguntar. Pasó de las palabras a las frases; de estas al diálogo; tras ello, a la negociación y al disfrute que los juegos y la diversión ofrecen a los niños.

Aprendió como se hace en la infancia, desde el descubrimiento, desde los sueños, hasta percibir en su cerebro el impacto de las otras mentes. Despertó al lenguaje, al saber, al amor, a las habituales nociones acerca de la naturaleza, del bien y del mal. Fui prácticamente alzada de la nada a la vida humana, dos planos tan irreconciliables como la experiencia terrena de Swendenborg (1) y sus contactos con la región que trasciende nuestros sentidos físicos.

Aprendió a escuchar en los labios de otras personas, por el movimiento y la vibración que estos reflejan cuando hablamos, habilidad que muy pocas personas son capaces de dominar. Aprendió braille, a escribir y a hablar. En 1894, acompañada de su inseparable Anne, ingresaba en la Escuela Wright – Humason para ciegos de Nueva York.

En 1904 se graduó cum laude en el Radcliffe College, siendo la primera mujer sordociega de la historia en obtener una licenciatura, de la que se tengan noticias.

Nada de esto hubiera sido posible sin la visión de Bell y sin la ayuda de Anne. Todas las lecciones; todas las lecturas y referencias le llegaron a Helen desde las yemas de los dedos de Anne. En una ocasión, en el transcurso de una conferencia, declaró a este respecto: "Todos ustedes han escuchado cómo una pequeña palabra pronunciada con las señales de los dedos de las manos de otra persona; cómo un rayo de luz, nacido de otra alma llegó hasta la oscuridad de mi mente y pude hallarme a mí misma, hallar el mundo, hallar a Dios. Ahora puedo trabajar por mí y por los demás, porque mi maestra pudo entenderme y pudo irrumpir a través de la oscuridad, de la prisión del silencio en que me encontraba".

Helen tenía profundas convicciones religiosas. Descubrir el mundo de injusticias y dolor en el que vivía le produjo un sobresalto. Su fe, sin embargo, la animó a tratar de evitar el dolor de sus semejantes, las guerras, la desigualdad. De su voz desgarrada y espíritu combativo dan testimonio las múltiples conferencias y escritos que dejó a quienes le continuamos.

Mientras estudiaba escribió el que sería su primer libro "La historia de mi vida". El libro tuvo una gran acogida, permitiéndole ganar suficiente dinero como para comprarse una casa. A este libro, que dedicó a Graham Bell (2), siguieron otros. La literatura fue su utopía, donde reinó en igualdad de condiciones con quienes se descubren en la luz de dentro.

En 1936, Helen Keller se estableció en Westport (CT), donde vivió hasta su muerte el 1 de Junio de 1968, a la edad de 87 años. De su voz quedan testimonios tan profundos como este: "En mi camino, erizado de obstáculos desalentadores, oigo voces animadoras que me susurran desde el reino espiritual. Ardo con el santo fervor que brota de las fuentes del Infinito. Me emociono con una música que vibra al unísono con el latir de Dios. Unida a soles y planetas por cordones invisibles, siento en mi alma la llama de la eternidad, percibo el caer de lluvias etéreas en el aire cotidiano, soy consciente del esplendor que vincula todas las cosas de la tierra a las del cielo. Emparedada entre el silencio y la oscuridad, poseo la luz que centuplicará mi visión cuando la muerte me libere

1 – Swendenborg, 1688, escritor de libros espirituales.

2 – En su autobiografía dice de Alexander Graham Bell que ha enseñado a hablar a los sordos y ha permitido escuchar a los oyentes.

Luz en mi oscuridad
http://www.novaigreja.org.br/Topicos/outros/helenkeller.htm

From darkness and silence: the remarkable journey of Helen Keller
http://www.britannica.com/bcom/magazine/article/0,5744,338397,00.html?query=helen%20keller

0 comentarios