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Historia del tiempo presente, 5 de junio 2013

Historia del tiempo presente, 5 de junio 2013

Para entender la historia del tiempo presente tal vez haya que abstraerse como sugiere el profesor de la Universidad Carlos III, Rodriguez de las Heras y hacerse a la idea de que un extraterrestre baja a la Tierra y rebusca entre los estratos de los basureros.

Allí encuentra que muchos seres humanos tiran cosas nuevas a la basura sin haberlas utilizado nunca: alimentos, ropas, vehículos y toda suerte de artilugios. Además todo lo que los humanos hacen, al menos en la última etapa de su desarrollo material tiene obsolescencia programada, incluidos ellos mismos.

El cerebro del que están dotados transforma la realidad y el mundo en el que viven. Todos los seres vivos se ven afectados por este influjo. El respeto a las demás criaturas se obvia y ni el delfín ni aun el león es salvaguardado. Es como si los cerebros del que están dotados exudaran y formaran nubes, que llueven en huracán conformando negros nubarrones que chorrean, golpeteando los cristales de quienes atemorizados se acurrucan pretendiendo alejarse de la tormenta, ajenos a quienes dicen no tener miedo a la voluntad del bien común.

El cuerpo de la humanidad se distancia y unas partes se apropian de otras; de manera que las ideas, genes, algoritmos y puestas de sol se patentan y por tanto pasan a ser propiedad de otros de los órganos o células del cuerpo. El resto del ser para recorrer las vías de uso común debe de pagar royalties.

La educación se concibe así como formadora de profesionales; no de personas. Surge el apropiamiento hasta del aire que se respira, que se torna escaso y es preciso pagar hasta por los dos minutos en los que el aliento se contenga. El sistema material al que induce la biología programada llega entonces a un punto de no retorno donde la nada se vuelve el todo. Aligerar la mochila para llenarla de lo nuevo idealizado no parece propio del camino, pues el sistema deviene en cáncer y va a llevar a la muerte del caminante o del sistema. Este se torna pues en dilema y paradoja para el peregrino que ha dilucidar en poco tiempo.

Los extraterrestres por casualidad encuentran un libro intacto de San Juan de la Cruz que descodifican y en el que este habla de la nada para llegar al todo. Probablemente deduzcan que los humanos han llegado al todo equivocado, de los tres que el autor refleja en la subida al Monte Carmelo. Dar marcha atrás o un salto desde el precipicio de la senda equivocada, concluyen, sea quizás la única salida que quede a los humanos.

Siguen escarbando y descubren que la historia escrita desde el interés de los vencedores al interés le ha llevado. Entenderse a sí mismo y mínimamente concebir la forma del espejo que refleja se vuelve tarea imaginativa. Ya no sabe si es alto o bajo, fuerte o débil; las gafas se le han empañado. Tal vez en algún momento surgió la causa que llevó a esos efectos o uno mismo se puso las gafas de no ver.

El conocimiento te hacer ver; la cultura te hace mirar, dice de nuevo el profesor de las Heras. Apropiarse del alma es la última tarea de quien ha llevado a Babilonia a estos extremos. Internet es una puerta al conocimiento, pero no es el conocimiento en sí, sino la información que conduce a este a través de un largo pasillo.

El holón del que somos fractal, la Tierra, el Universo induce las conexiones sinápticas que conforman los nuevos circuitos del gran cerebro global del que formamos parte. Si miro al cielo sigo sin entenderme aunque me intuyo. Lo cierto es que mi mirada se ha agarrotado de esperar y sólo veo una franja estrecha. Es tu mirada sin miedo la que me complementa y me da la visión completa del magnífico amanecer que aguarda. Probablemente sea en esa amplitud cuando todas las conexiones se reflejen en mi ser difuminado y llegue por fin a la libertad.

Vicente Ferrer dijo en una ocasión. En la humanidad hay dos equipos jugando un partido de futbol. El A son los que mandan; el B todos los demás. El día en el que equipo B sea consciente de la fuerza que tiene y mire en una misma dirección se habrá acabado el partido. Un soplo barrerá la ficción del A pues en realidad todos somos uno.

 

 

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