Blogia
limonche

El teléfono y la comunicación extendida, 23 de mayo 2013

El teléfono y la comunicación extendida, 23 de mayo 2013

INDICE

  1. Introducción
  2. Alexander Graham Bell
  3. La telefonía en España
  4. Conclusión

 

  1. 1.    Introducción

Probablemente sea el desarrollo del teléfono el hito humano más significativo acaecido desde la revolución industrial. Desde su puesta en funcionamiento las fronteras físicas, mentales y sensoriales de la humanidad han comenzado a manifestarse bajo otra óptica diferente. De repente la voz humana y el conocimiento recorren distancias inimaginables a una velocidad inusitada. Esa misma velocidad que ha llevado entre otros a modificar la percepción del tiempo presente en el que suceden las cosas que habitamos.

La comunicación es consustancial a lo que en esencia somos, seres que compartimos el habla y la escucha. La vida sin compartir es apenas subsistencia. El teléfono alarga la voz y el anhelo al que esta aspira llega del límite al que la imaginación alcanza.

Hay una parte del origen del teléfono que tiene que ver con España, dado que las primeras experiencias tuvieron lugar en la entonces española Habana, Cuba. Arrogar un único punto de partida es humano, pero incierto. Ni siquiera el italiano Antonio Meucci puede en rigor señalarse como primero, si bien suya fue la palabra que describe el artilugio de comunicar la voz por  medio de un alambre: teletrofono, y suyos los primeros ensayos en la caribeña isla. De muy atrás otros habían señalado la posibilidad de que la voz alcanzase lugares remotos por medio de un tubo largo y hueco, como Sir Francis Bacon por ejemplo. Alemania también tiene su propio inventor del teléfono y otros aún compiten por hacerse con el honor de ser los pioneros.

Sin embargo fue el escocés Alexander Graham Bell el auténtico genio que hizo posible que el teléfono funcionase bien y reprodujese la voz desde cualquier lugar en el que se siguiese un esquema semejante al que él proponía.

 

  1. 2.    Alexander Graham Bell

 

La experiencia vital de Alexander Graham Bell está íntimamente asociada al desarrollo del teléfono junto al de otros inventos con el fin de salvaguardar la vida humana y propiciar la comunicación global entre personas: el primer pulmón artificial, las primeras alas de un avión y decenas de invenciones más que deben su impulso al ingenio de una mente con ansias de universalidad.

Alexander huyó de la muerte temprana de dos de sus hermanos a raíz de una enfermedad que él mismo había contraído. Tras diversas peripecias recaló en los EE.UU. que pronto le confrontaría a otros inventores de origen norteamericano, en especial a Edison. No le fue fácil nada ni en vida ni siquiera lo está siendo después de ella.

Edison, su contraparte, admirado y venerado en los EE.UU era un hombre con tanto ingenio como apegado a lo material. En vida sus contratiempos más sonados lo fueron entre otros por la vanidad y superioridad en que se creía sobre Bell. Este por el contrario era hombre de profundas convicciones morales y aun con capítulos de su vida un tanto extraños, como los concernientes a experimentos o propósitos eugenésicos, basta leer la correspondencia que mantuvo con Mabel, para detectar la sensibilidad que experimentaba por el dolor ajeno. Miles de documentos de Bell aguardan en la Biblioteca del Congreso de EE.UU y preciosas cartas de amor dispuestas a ser admiradas por almas entregadas a la belleza, para corroborar esto que se afirma.

Mabel Hubbard Gardiner, esposa y alumna de Bell fue una de las primeras personas sordas a las que Bell enseñó a hablar sin que apenas se le notase su sordera. De hecho cuando se hablaba a Mabel de frente y ella podía leer en los labios su comunicación resultaba prácticamente natural.

El origen del teléfono tiene que ver con los sordos. Al principio Bell no pensó en los oyentes, sino en comunicar a los sordos mensajes a distancia por medio de hilos de cobre.

El propio Meucci se inició en estos experimentos para comunicar con su esposa que convalecía en un piso más arriba desde el taller en el que experimentaba las propiedades curativas del cobre, por medio de las vibraciones que se producían en este.

El padre y el abuelo de Graham Bell fueron profesores de dicción y además el padre de Bell fue un reputado inventor de un método de comunicación para personas sordas. 

“Quién puede imaginar el aislamiento de sus vidas. Cuando caminamos por el campo, lejos de la ciudad, creemos sentir la soledad. Pero no puede uno imaginar qué supone para un niño, en su plenitud intelectual, caminar en medio de una feliz muchedumbre, con la que no puede comunicarse y a la que tampoco puede entender” A.G.B.

Noviembre de 1885, Alexander Graham Bell, maestro de sordos e inventor del teléfono, toma la decisión de cerrar la escuela mixta de niños sordos, abierta años antes en la ciudad de Washington, en los Estados Unidos de América.

Tal vez sea la decisión más dura que haya debido de tomar nunca. Alexander Graham Bell sabe por experiencia lo difícil que resulta la existencia de la persona sorda. La persona sorda de nacimiento participa de la comunicación, fundamentalmente a través de la vista. El verbo perenne les resulta terriblemente complicado. La construcción del pensamiento se dibuja en torno a un presente distinto. Comunicarse, incluso con los seres más queridos, es tarea sometida a la potencia del resto de los sentidos.

Pero Alexander se ve impelido a tomar la decisión. Los continuos pleitos y litigios en torno a la patente del teléfono no le permiten otra opción.

En esos momentos, la soledad del niño sordo se le hace llaga. Se atormenta pensando que tal vez sea mejor renunciar y centrarse en su verdadera vocación: la enseñanza del sordo. Pero por encima de toda voluntad, hay personas a las que se debe y por las que no puede renunciar a la propiedad del invento: su suegro, Gardiner Hubbard, que confía en él y le ha apoyado en los momentos más críticos; su buen amigo y ayudante, Thomas Watson, sin cuya pericia el teléfono jamás habría podido llegar a ser lo que es..., y Mabel, su bella esposa sorda.

Todos los recuerdos le sacuden como el viento a la hoja aterida. La niña en el regazo de la madre, cuando se le quebró el corazón definitivamente: el pelo suelto, la mirada cautiva. Contaba ella quince años, él veinticinco. Tan bonita Mabel, sonriendo desde el lenguaje universal del sentimiento. Él, serio inventor, lejos de la verde Escocia y del hogar paterno, no atreviéndose a devolverle la sonrisa que le empujaba desde dentro. Ella sintiendo mariposas revoleteando y cosquillas en el vientre.

Mabel era su alumna privada. Alexander precisaba costearse el alquiler de una habitación y continuar experimentando en la telegrafía musical. Por ello aceptaba alumnos privados, además de impartir clases del discurso visible en la escuela de sordos de Boston.

Mabel estuvo allí, en el oportuno momento en que él más la necesitaba. La ilusión, los objetivos vitales por los que proseguir el camino de la vida, se le mostraban en toda su nitidez. Merecía la pena el esfuerzo. Toda la pasión del inventor, del hombre culto hecho a sí mismo, se centró en el dulce objeto del amor: la bella y cariñosa Mabel.

Le parecía que hubiese transcurrido una eternidad desde aquellos primeros experimentos del habla. Por entonces aún vivían sus hermanos y toda la familia Bell residía en Edimburgo. Su padre, Melville, impartía clases a niños con defectos en el habla. Se le ocurrió pensar si la boca de un animal, como la de un terrier, sería capaz de producir sonidos articulados...

No resultó difícil enseñar a gruñir al perro en respuesta al estímulo de la comida. Le daba una pizca y si le apetecía más, era preciso que lo dijera con gruñidos. Se incorporaba sobre sus patas traseras y gruñía, hasta que él le ordenaba que parase. Entonces le recompensaba con una ración mayor. Al tiempo que hacía esto, le tomaba del bozal y le abría y cerraba la boca un cierto número de veces. De esta manera llegó a conseguir que pronunciase “ma, ma, ma”. Pronto aprendió a no gruñir, apenas le liberaba la boca. Esto anticipaba la recompensa de comida, que por cierto nunca le fue negada. Tras un poco de práctica, consiguió que dijese “mamá”, con acento en la segunda sílaba.


Colocando mi pulgar bajo la quijada de abajo, dice Bell, entre los huesos, y empujando hacia arriba un número determinado de veces, conseguí también que pronunciase “ga, ma, ma”. Llevando el pulgar hacia arriba y tras cerrar el bozal dos veces, el perro llegó a decir la palabra “grandmama”. A este éxito correspondí con una doble ración de comida. El perro se mostraba encantado por las lecciones.
La culminación de la educación lingüística del perro, llegó cuando este fue capaz de decir de manera inteligible “¿cómo estás, abuela?”


La fama del perro se extendió por doquier y muchas personas venían a casa con el fin de verle sobre sus patas traseras y, con una pequeña ayuda de mi parte, repetir la mencionada expresión.

Hice nuevos experimentos, pero he de confesar que nunca fui capaz de hacer que el perro pronunciase por sí solo o sin ayuda o estímulos las mencionadas palabras.

Todas las notas y escritos le resbalan por la frente sudorosa. Sólo quien intuye la soledad del sordo, puede experimentar la agonía de una decisión tan drástica.

El niño sordo, ausente, marginado u oculto de las miradas sufre la prisión del alma encerrada en doble cierre. Ese dolor lo lleva Alexander muy dentro. El dolor de la amada y el de la madre, también sorda. El dolor de los que no se quejan y se quiebran sin embargo con latidos de angustia por el límite que impone la no escucha. El adulto sordo recluido en sí, lejos de la cordialidad del contacto del habla articulada; el del anciano sordo, que vive en el mundo paralelo de los ensueños fingidos.

Sabía muy bien de la importancia de esta resolución. Sólo el cielo podrá decir si fracasó en ello.

Porque no hay nada que transforme hoy tanto la realidad como pueda hacerlo el teléfono, al menos en los países desarrollados. El teléfono se hace omnipresente en todas cuantas actividades sociales, privadas, de trabajo o de cualquier otra índole, realizamos la mayor parte de las personas, prácticamente durante todos los días de nuestra vida.

Alexander Graham Bell patentó el teléfono el tres de marzo de mil ochocientos setenta y seis. Eso es posible que se sepa; pero lo que de seguro no todos sabemos, es que Bell desarrolló el teléfono, pensando en las personas sordas. La idea no era otra sino transmitir, a través del hilo metálico del telégrafo, carácter a carácter, textos escritos o vibraciones. De esta manera, se reproducirían, en el extremo distante, palabras y frases completas que el sordo fuese capaz de entender.

Pero es cierto también que la pasión de Alexander Graham Bell por contribuir a evitar el aislamiento de las personas sordas, devino de alguna manera en lo contrario. Su pasión por el sordo, el conocimiento de la terrible soledad de la incomunicación, le hicieron apostar por el lenguaje oral en detrimento del lenguaje de la seña, y por el teléfono de voz en vez de algún sistema que permitiera la transmisión del texto. En mayo de 1976, el Real Instituto Nacional de Personas Sordas del Reino Unido señalaba a este respecto lo siguiente: “Lo irónico de la vida de Bell, es que su invento ha venido a suponer el mayor obstáculo en el progreso de la persona sorda. El teléfono es una importante herramienta de trabajo en la vida diaria de las personas. La habilidad en su manejo, resulta de tan gran importancia como puedan serlo la lectura o la escritura. Sin embargo, al no poder hacer uso del teléfono de manera normalizada, muchas personas sordas se ven impedidas para el trabajo o abocadas al subempleo”

La hermosa Mabel, la mejor de las esposas.

Comienza un enésimo escrito: Te amo miles de veces más que nunca. Quisiera escribirte y reescribirte por toda la eternidad. Ahora debo sin embargo tomar una decisión.

Pero, no le resulta posible proseguir. Los pleitos de los cientos de personas que se arrogan como creadores del teléfono, le rompen la paz de dentro, tan necesaria al inventor. Quien puede imaginar la soledad de sus vidas... Él la imagina. Aventura a otear, no obstante, un mundo futuro en el que los sordos se integran en la práctica de la comunicación a distancia y en el que el trabajo depende fundamentalmente de la habilidad del pensamiento y no de las capacidades físicas de las personas. Debe pues dedicarse a situar al teléfono en la órbita de lo cotidiano.

En su calenturienta imaginación cree vislumbrar una realidad en la que en cada hogar hay una línea de teléfono, como las del gas o de la electricidad, y donde la voz se transmite por haces de luz. Eso le complace. El conocimiento no depende de la posición social, sino del impulso vital de cada cual. ¿Podrá realmente existir un mundo así? ¿Podrán las personas sordas integrarse en el verbo en movimiento?

Querida Mabel, me veo obligado a clausurar el colegio de niños sordos, en el que tanta ilusión hemos puesto... Tal vez hoy no te resulte comprensible mi decisión. Renuncio en favor tuyo a cualquier ganancia o acción sobre la propiedad futura de mi patente. Me veo forzado sin embargo a enfrentarme a algo que ni quiero ni deseo. Espero que sea en bien de todos.

Alexander, Noviembre de 1895

 

  1. 3.    La telefonía en España

El desarrollo del teléfono en España está íntimamente asociado a la Compañía Telefónica Nacional de España, CTNE, Telefónica o Movistar, como se denomina en este 2013.

Hay curiosidades sin embargo también vinculadas a la creación de la CTNE, tales como que esta fuese constituida por un pillo con una maleta vacía y mucho empaque, que logró engatusar al mismísimo rey Alfonso XIII.

El teniente coronel de los EE.UU Sosthenes Bhen, nacido en las islas danesas de Santo Tomás, hoy islas Vírgenes, había puesto sus ojos en España, advertido por el español Gumersindo Rico, tras haber cofundado la Compañía de Teléfonos de Puerto Rico, posteriormente germen de la ITT.

Bhen participó en la primera guerra mundial contra Alemania; si bien con posterioridad se reuniría con Hitler, siendo uno de los primeros hombres de negocio en ser recibidos por el Fürer tras la llegada de este al poder.

En España se alojaba en el Ritz y fantaseaba ser poseedor de un maletín lleno de dinero que siempre llevaba consigo, pero en el que lo único que había era un queso.

Gumersindo Rico el español al que se le había ocurrido contactar con Sosthenes Bhen para tratar de atraer los apoyos económicos necesarios con el fin de transformar el enjambre de minicompañías telefónicas en una sólida estructura moderna y dinámica, era un hombre de bien y con visión de futuro. Probablemente y aunque con posterioridad su poder fuese limitado y supeditado a los hombres de confianza de Sostehenes, parte del impulso social de la CTNE que aún hoy perdura, fue debido a él.

El profesor Antonio Pérez Yuste de la UPM menciona a Gumersindo Rico 76 veces en su tesis doctoral “la CTNE en la dictadura de Primo de Ribera de 1923 a 1930”, y 108 veces lo hace de Sosthenes Bhen.

Esto da idea de la importancia de ambos personajes en la historia de la telefonía en España.

La vertiente social de la CTNE comenzó a forjarse sin embargo por la concienciación de sus directivos y empleados españoles, que desde el primer instante fueron conscientes de la vertiente social y de salvaguarda de la vida que iba a suponer el teléfono; entre otros la salvaguarda de la vida humana en el mar y que tantas vidas ha salvado y sigue salvando.

Con posterioridad el primer servicio de transmisión de datos por conmutación de paquetes tendría también lugar en España en 1972. Esto fue así para garantizar la recepción de las cuentas bancarias de Banesto. De esta necesidad bancaria nace el germen de la Internet civil, a la par que se desarrolla las experiencia de Arpanet como red militar de los EE.UU.

España pues ha estado presente sin que esto apenas haya trascendido. Es hora de hacer justicia a ese honor.

 

4- Conclusiones

 

El teléfono ha cambiado la percepción del tiempo y del lugar en el que habitamos. Antes era preciso caminar días o meses para llevar noticias o escuchar la voz de otro ser humano que se encontrase más allá de donde el grito alcanza.

Ha cambiado también la percepción del tiempo; los mismos hilos del teléfono han devenido en ramificar el gran cerebro conjunto de la humanidad que es ahora Internet. Un aleteo en las antípodas se percibe en un mismo instante como un mismo aleteo o una sacudida emocional que concierne a la humanidad entera.

Quizá el armazón del teléfono sea también vehículo imprescindible para transitar a través del cambio sin precedentes en el que estamos incursos.  Tres grandes hitos humanos han mutado la faz de la Tierra y probablemente del universo que contemplamos. Uno ocurrido hace millones de años, que marginó a la mujer venus de la veneración e igualdad que compartía con el hombre, paso del paleolítico al neolítico; otro la revolución industrial, con sus multitud de artefactos, incluido el teléfono; el tercero es justamente este y sus ramificaciones, que obligan a cambiar la mirada.

Sólo a través de la pregunta al otro yo que también soy y que me aguarda en este mismo instante en otro pliegue del espacio-tiempo pueda convenir en ser certeza de si este es el paso preciso para el siguiente escalón evolutivo.

 

 

 

Referencias

 

1, Francisco Limonche Valverde, Ingeniero Técnico de Telecomunicación, Telefónica de España, http://limonche.blogia.com/2006/071204-quien-puede-imaginar.php

2- BIOGRAFÍA DE SOSTHENES BEHN,  http://en.wikipedia.org/wiki/Sosthenes_Behn

3 – Antonio Pérez Yuste, tesis doctoral, UPM, la CTNE durante la dictadura de Primo de Ribera, 1923-1930, http://oa.upm.es/472/1/ANTONIO_PEREZ_YUSTE.pdf

 

 

 

0 comentarios