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Certezas, 27 de septiembre de 2021

Tengo dos certezas absolutas y ambas son impermanentes. 
La primera de ellas es que voy a morir. Tengo el absoluto convencimiento de que mi vehículo corporal va a cumplir en algún momento el rol asignado y dejará de ser. 
La segunda es que todo es impermanente y por tanto ausente de certezas. Nada permanece igual a como se encontraba un femtosegundo antes (la unidad más pequeña de tiempo que se ha podido medir hasta el presente, 10 elevado a - 15 segundos)
La *tercera* y esta es contradictoria respecto de las otras dos, es que vivimos una realidad holográfica conformada de opiniones. Todos opinamos y todos creemos tener razón. 
Razón tenemos, pero no verdad. La verdad es una mera entelequia adaptativa conformada por miedos, creencias, sesgos y mentiras insertas en nuestras neuronas. 
Dos opinan y en el mejor de los casos lo hacen desde la coherencia, impecabilidad y conciencia. Paradójicamente aun siendo puntos de vista diferentes, los dos tienen y no razón a un tiempo; pero no verdad. 
La pista más certera para la verdad de que disponemos es la conciencia. Guiados por ella, cuando menos se puede encontrar la paz interior. 
Pensar es mentir sin querer hacerlo. Respiramos para vivir y de igual manera pensamos para no morir, aproximadamente al mismo ritmo e intensidad.
Sin embargo, ni uno solo de nuestros pensamientos es nuestro y por tanto no nos pertenece. 
Estoy convencido de que el ser humano que sea capaz de pensar algo nunca antes pensado, quizás dé con la llave que permita a todos salir de esta cárcel prisión limitada por los sentidos.
La ciencia es una creencia a la que se dota de una connotación similar a la religiosa, hasta tanto no llegue un nuevo paradigma al que se rinda mayor pleitesía. 
Hemos indagado lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. Eso ha devenido en un mundo con más masa antropocéntrica que vegetal y animal juntas. El mundo bello rodeado por tierra, mar y aire de cemento, basura cuasi infinita y ruido infernal. 
En menos de dos siglos la Tierra ha pasado de ser espacio de tránsito a purgatorio e incluso infierno, siendo como es paraíso.  
Hay que ayudarse para ayudar a la Tierra y al semejante. Si se tiene disposición solidaria, conviene serlo primero con uno mismo. No es cuestión de egoísmo; lo es de supervivencia espiritual. 
Todo es perfecto en Dios, pero jode un montón. Todo es amor, pero siempre andamos cabreados, con miedo y queriendo cambiar las cosas que no se acomodan a la mayor de las mentiras: la de que somos materia y no espíritu.
No obstante, es la mirada lo único que podemos cambiar. Tener de una vez por todas los reaños para subir al Olimpo Mental y destronar los dioses pequeños y mentirosos que nos mantienen en esclavitud, como burros ante el molino de pensar sin parar. 
Un antes y un después del Covid; un antes y un después del furioso volcán. Quizás un antes y un después del próximo femtosegundo.
¿Cómo vaciar la mente de dolor? ¿Cómo mantener un pensamiento que manifieste al Dios que nos habita y habita en todo?
Jesús lo anticipó y cita Lucas *fuego he venido a traer al mundo y que quiero sino que arda" 
Es el fuego del espíritu adormecido. Apenas bastará un soplo que lo reactive para que arda lo que en realidad no existe: el miedo a ser grandes y generosos. 
Un abrazo amigos. Tal vez continúe en una próxima entrega especulativa. 
FLV

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