FELIZ NAVIDAD 2008, 20 diciembre
Año tras año llega la navidad en su tiempo. Ayer era hace un rato y de nuevo los propósitos, la familia, la ternura. ¿Cómo expresar en sus justas palabras el impulso que nos anima en estos momentos? ¿Es quizás distinto del de otros, manifestados en el continuo presente que es el tiempo? No; no lo es. Hace ya unas cuantas lunas que decidí ser mi mejor amigo y aun encontrándome todavía en el empeño, sé que debo de cumplir lo propuesto: que haya paz y verdad en cada uno de mis pensamientos, en cada una de mis palabras; en cada acción que ejecute yo o se lleve el viento.
Siento la fortuna de estar justo donde me encuentro. Un mundo que cambia, que deja atrás sus miedos y cruza las neblinas de los malos recuerdos. No es una crisis; es un cambio. Aferrados a las inexistentes cadenas de los arcaicos conceptos, pretendemos no mirar siquiera a los cielos, por ver si hubiese un horizonte distinto del de las absurdas prisiones que nos impusieron los que de allí vinieron. Pero ¿se puede cambiar, sin perder por ello la vida en el intento? Se puede y se debe, nos va todo en ello.
Hay tanto escrito, tanto dicho, tanta información, que se nos olvida sentir. ¿Qué siento? Perdura en mí algún temor, aflicciones y también remordimientos. Sin embargo, he sido cada vez lo mejor que he podido, incluso cuando no lo he sido. No obstante, siento también que es llegado el tiempo de mirarse hacia dentro. Veo en mí al niño que todavía soy, al joven que se agita, al hombre maduro que a la paz aspira; a Dios, que desde el último rincón mi casa habita.
Con poco más de diez años y desde un lugar de la Mancha, de cuyo nombre si quiero acordarme, Villanueva de los Infantes, recreaba el universo encerrado en una caja grande, metida a su vez en otra más grande y en otra hasta lo que la mente alcanza. Luego me decía, si no hubiese nacido, no sufriría, pero tampoco sería ¿cómo saber que hubiese sido de mí sin ser? Tengo cincuenta y seis años y no pregunto más esto. Ahora, cuando la paciencia me llega, me digo ¿lo veré? ¿Veré un mundo nuevo, donde mis hijos y los que no lo son, pero que también me conmueven, encuentren por fin la paz, el amor y la gracia?
Navidad, cuando la luz alcanza a vislumbrase por un instante justo un poco más que la oscuridad. Tres días y el diamante brilla. Linterna mágica que ilumina senderos, caminos por recorrer y experiencias que al alma animan. Bendita navidad, benditos tiempos nuevos.
FELIZ NAVIDAD
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