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San Virila y el tiempo acelerado

San Virila y el tiempo acelerado

SAN VIRILA Y EL TIEMPO ACELERADO

Martes, 06 de marzo de 2007


BREVE CUADERNO DE NOTAS DE MI ESTANCIA EN EL MONASTERIO DE LEYRE


http://www.geocities.com/flechaamarilla2001/leyenda10virila.htm

Leyenda de San Virila

El relato trascurre a finales del siglo IX, un poco más tarde que el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago, pero está reflejado literariamente en los medios cistercienses del siglo XII. Sucede en el monasterio de San Salvador de Leyre (Navarra). Era entonces un monasterio floreciente de gran observancia, que llamó la atención de San Eulogio en su viaje por los Pirineos, reconociendo que allí conoció a "... excelentes varones, temerosos de Dios”. Esto que sucedía hacia el año 850 indica la antigüedad del monasterio, atestiguado por los restos de una iglesia mozárabe conservada en el subsuelo de la actual iglesia románica.

El abad Virila nació en Tiermas en el 870 y murió en Leyre en el 950.
Mantenía el bueno del abad tremendas dudas sobre cómo sería el gozo de la eternidad. Es así que un día de plenitud primaveral se interna en el bosque cercano con estas meditaciones que leía en un libro.
En la espesura del bosque aparece un ruiseñor, que con sus trinos distrae su atención de la lectura, apartándolo hasta una fuente. Allí queda prendado del canto del pájaro, hasta que se adormece.
Cuando se despierta la naturaleza había cobrado nueva vida y no encuentra el camino de vuelta, hasta que al fin lo reconoce y al monasterio al fondo, que ahora es más grande, con iglesia mayor y nuevas dependencias que no comprende. Al llegar a la portería e identificarse, nadie le reconoce. Buscando en el archivo del cenobio encuentran un abad Virila " perdido en el bosque ", pero hace trescientos años.
Es entonces el monasterio una revolución por el milagro acaecido, y en pleno Te Deum de acción de gracias se abre la bóveda de la iglesia y se oye la voz de Dios " Virila, tu has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son mucho más perfectos”. Un ruiseñor entra entonces por la puerta de la iglesia con un anillo abacial en el pico, y lo coloca en el dedo del abad, que lo fue hasta que Dios lo llamó a comprobar la gloria eterna.
En los alrededores del Monasterio se encuentra la Fuente de San Virila.


Lunes, 26 de febrero de 2007, 18 horas

Me encuentro alojado en la celda número ocho. El viento mueve las copas de los árboles y silba. Hace unos minutos he contemplado un precioso arco iris. Me encuentro tranquilo. El viento continúa silbando, en gemido bronco y amenazador. Es apariencia. Podría hacer desaparecer el monasterio en un instante. Sin embargo, es el miedo, mi miedo, el que puede fortalecerle.

Suena una campana. El tang tang es rítmico. Llama; es como una voz humana. Probablemente sea la llamada a vísperas.

El sol acaba de ponerse justo frente a mi ventana, la única ventana de la celda. Una pincelada rojo anaranjada se desvanece por entre las nubes y deja atrás su estela dorada.

He explicado al Padre Oscar que el número ocho es el número del infinito.

Me encuentro tranquilo. He venido a Leyre sin expectativas. Tengo el móvil junto a mí. No he recibido ninguna llamada en toda la tarde. Hay un silencio envolvente que me agrada.

…

He ido a la iglesia. Los monjes cantan gregoriano a todas horas. Hay como una veintena. Cuidan de su alma, pero no descuidan el cuerpo. Su alimentación parece sana; sin concesiones a la gula.

Hace un rato acaba de incorporarse al retiro un chico de unos treinta años. El Padre Oscar le ha asignado la celda número tres.

…

Acabamos de cenar y hace justo también unos instantes que acabo de hablar con Sagrario. Estoy a la espera de la campanada que anuncie la llamada a Completas. Sagrario me dice que se está pensando venir el sábado.

De tanto en tanto se oye el gemido de un fraile enfermo. Tiene ochenta y seis años y se encuentra justo en la celda que hay debajo de la mía.



Martes, 27 de febrero de 2007, 15h 20 min.

He recibido un SMS de Sixto en el que dice “Ya ya llegado. Se llama Sara y está bien, como su madre”. He creído que Sixto ha sido abuelo. Le he respondido con otro SMS preguntándoselo. Me dice que no; que ha sido padre. Le llamo. Me confirma que él es el padre y que la madre es Patricia.

Comunico esta noticia a Sagrario. Reacciona con incredulidad.

Aún no digiero bien mis miedos. Los combato comiendo. He comido panchitos, un vaso de leche de soja y un puñado de cereales, justo antes de la cena, que ha consistido en espaguetis, tortilla española y mandarinas.

Eructo, a consecuencia de mis desajustes estomacales.

El doctor Carvajal dice que el reflujo estomacal es reflejo de aquello que la conciencia no puede digerir.

Esta mañana he dado un paseo con Arturo, el chico de la celda número tres. Hemos ido a visitar la fuente de San Virila. No la hemos encontrado. Sin embargo, el camino es precioso. Arbustos de boj, encinas centenarias, robles, rocas, cuevas, humedales.

He hablado con un fraile, que debe de tener unos setenta y cinco o setenta y seis años. Dice que estuvo en el Valle de los Caídos. Me comenta que Franco pretendió del monumento del Valle de los Caídos el símbolo de la reconciliación entre los españoles. Me parece que ninguno de los dos nos hemos oído o escuchado.

Una nueva puesta de sol. En esta ocasión una nube gris azulada le sirve de marco.

…

Acabo de mantener una prolongada conversación con el Padre Oscar. Arturo es testigo.

Tengo muy revuelto el estómago. El vino, las peras y el dulce de los frailes antes de la sopa, me han sentado fatal.

Aquietar la mente; aquietar el estómago. ¿De dónde me vienen las ganas de comer cosas que me sientan fatal? ¿De un deseo prácticamente irrefrenable de comerme mis miedos?


Miércoles 28 de febrero, 18 h 50 min.


Suena la campana que llama a Vísperas.

Hoy hemos ido Arturo y yo de nuevo a la fuente de San Virila. En esta ocasión sí que hemos dado con ella. He bebido de su agua fresca. Tres sorbos, uno por cada uno de mis hijos.

Declina el sol.

Me siento inquieto. Los salmos que cantan los monjes son cantos de guerra. Leyre está suponiendo para mí el descubrimiento de que la paz se encuentra en el corazón y no en los monasterios, con independencia del ruido y las prisas.

Se escuchan de tanto en tanto los lastimeros gritos del monje enfermo.

¿Cómo puede un hombre de paz no ser consciente de que canta oraciones ensalzando la guerra? Me entristece comprobar que durante siglos se hayan fortalecido mandatos tales como “vencer al enemigo”, “aplastar al que no es grato al Señor”

Esta tarde los monjes se han retirado a conferenciar. Barrunto que pueda tener algo que ver con la conversación que mantuvimos el Padre Oscar y yo, y que a mí me tuvo en vela prácticamente toda la noche.

Arturo me pregunta que por qué dejé de comulgar. He preferido no responderle. Aún siento el dolor. Amo a Dios y busco su amor y el brazo envolvente de su luz, pero prefiero no comulgar en estos momentos.

Hace años me hubiese gustado hacerlo. Ahora no siento lo mismo.

Bendito seas Dios mío; bendito en mis miedos, en mis experiencias, en mi dolor. ¡Ilumíname con tu linterna de amor¡

¿Qué espero?: luz en mi corazón, paz en mí alma, aquietamiento en la mente.

El símbolo de la cruz no debe de representar ya por más tiempo el dolor, sino la tierra y el cielo, oriente y occidente, el sol y el ocaso; arriba y abajo. La cruz es multidimensional, abarca con su abrazo al universo entero.

…

Dulce noche
Que llegas envuelta
En sonidos de silencio


Jueves 1 de marzo de 2007, 10 h

Bendito seas dulce Dios de jilgueros cantores.

EXTRACTOS DE SALMOS QUE ME HAN SORPRENDIDO


Salmo 54

…
Que los sorprenda la muerte
Que bajen vivos al abismo
Pues la maldad anida en ellos


Salmo 118

…
Soy pequeño y despreciable
Pero no olvido tus decretos

Salmo 21

…
Pero yo soy un gusano, no un hombre
Vergüenza de la gente, desprecio del pueblo

Salmo 51

…

Contra la violencia de los calumniadores
…
Pues Dios los destruirá para siempre
Te abatirá y te barrerá de tu tienda
Arrancará tus raíces del suelo vital

Salmo 53

…
Devuelve tú su maldad a mis contrarios
Y destrúyelos, por tu lealtad


Salmo 90

…

Caminarás sobre áspides y víboras
Pisotearás leones y dragones


Salmo 75

…

Con un bramido, oh Dios de Jacob, inmovilizaste carros y caballos


Salmo 5

…

Detestas a los malhechores
Destruyes a los mentirosos, al hombre
Sanguinario y traicionero
Le aborrece el señor

Salmo 175

…

El hirió a reyes famosos
Porque es eterna su misericordia
Dio muerte a reyes famosos
Porque es eterna su misericordia


Salmo 124

…

Y a los que se desvían por sendas tortuosas
Que los rechace el señor con los malhechores
¡Paz a Israel¡

Salmo 143

…

Con tu auxilio embestiremos al enemigo
En tu nombre pisotearemos al agresor
…
Tú nos das la victoria sobre el enemigo
Y derrotas a nuestros adversarios


Salmo 143

…

Señor ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
…
Señor, inclina tu cielo y desciende
Toca los montes y echarán humo
Fulmine el rayo y dispérsalos
Dispara tus saetas y desbarátalos


Salmo 85


…

No tienes igual entre los dioses
Señor, no hay obras como las tuyas


Me turba. Los monjes cantan los ciento cincuenta salmos del Rey David desde hace siglos, los trescientos sesenta y cinco días del año, repitiendo los ciento cincuenta todas las semanas ¿Qué fuerza pueda alimentar estos cantos, si se entienden de manera literal?

Se refieren a Dios como el Señor de los Ejércitos, por encima de los demás dioses; que funde piedras con su rayo. Si se entiende como la lucha contra la oscuridad de cada cual, es cuando menos muy duro y de susto. Si se entiende referido a aquellos que profesan otra doctrina o tienen otro Dios ¡santísimo Dios¡

…

Me he acercado a la fuente de San Virila. Arturo está lesionado y no me acompaña.

Hay kilómetro y medio desde el cruce que sale de los aparcamientos a la fuente.

El corazón parece que se me sale por a boca. Tengo mucho miedo. Bebo rápidamente tres sorbos de agua. Sumerjo las cruces de San Benito en la fuente y recojo sin proponerme el número ¡ocho piedrecillas¡

De regreso voy a la encina Rodolfo, que tiene más de quinientos años, y deposito entre sus ramas las piedrecillas y las cruces. Rodolfo es tranquilidad, armonía, sosiego. Más tarde, en la iglesia, sumerjo todo en la pila de agua bendita.


No sé qué conclusión pueda referir de estos cuatro días. Llegué con unas expectativas no confesadas de tranquilidad, y la segunda noche ya estuve tentado de marcharme.

Creo que me llevo mucho de Leyre.

Son las 23 h 56 min.

Eructo de nuevo y mucho. Quise probar el cabello de angel del padre pastelero y lo hice antes de los guisantes y la pizza de atún. Me ha sentado fatal. Tras cincuenta y cuatro años, sigo cometiendo los mismos errores.



Viernes, 2 de marzo de 2007, 00 h 01 min.

Estoy desvelado. Podría intentar dormir, pero el peso de la comida me impide hacerlo con tranquilidad

Intuyo que tanto Arturo como el Padre Oscar se sienten confundidos respecto de mis comentarios. Empero, arrogarse a Cristo como patrimonio de la cristiandad creo que es demasiado…


PAMPLONA, 2 de marzo, 20 h 20 min.

No sé qué hago aquí. Estoy en hotel Yoli. Esta mañana sobre las once y media Arturo me dejaba en un cruce de peatones de la zona centro y me metí en el primer hotel que encontré, el hotel desde el que escribo estas notas.


Tengo la impresión de que como a San Virila mi tiempo se ha acelerado. No domino las percepciones. El mundo de los monjes es extremo. No he podido captarles. Presiento que en alguno de ellos pueda, además de la vocación, ser el miedo a la muerte el llamado y la garantía contra el terror del infierno.

No sé si es pánico, miedo o no saber donde agarrarme…


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