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CAMINO DEL DOCE, 20 de octubre de 2013

CAMINO DEL DOCE, 20 de octubre de 2013

Camino del doce

 

Hoy día diecinueve de octubre regreso a Madrid desde Santiago de Compostela en el tren hotel de las 22,33. En el momento en el que esto escribo son las doce de la noche. Viajo en el vagón seis, repleto de peregrinos, exhaustos algunos y con rostros en la mayor parte transformados respecto de los del camino. 

Cada cual se acomoda como puede para pasar la noche. Cerca de diez horas hasta llegar a Madrid.  Se me antoja que esta va a ser una etapa dura. 

Siete días recorriendo Lugo desde Cebreiro a Compostela a razón de unos veinticinco quilómetros diarios. No sé sí este ha sido mi décimo o undécimo camino. Me inicié en Santiago en el año dos mil tres. Desde entonces no ha habido año en el que de una u otra forma no haya vuelto a empaparme de su energía reparadora.  

Es más una necesidad de contacto con otras opiniones, puntos de vista o miradas que por otra cosa por las que lo hago, para concluir hasta este momento que casi todas las realidades convergen en una muy parecida a la que siento. 

Dos personas me han impactado especialmente: Alex, un chico australiano de diecisiete años, que comenzó a caminar en Francia y quiere llegar a Finisterre. De allí luego irá a la India donde pretende iniciarse en hinduismo y budismo. Todo esto quiere hacerlo hasta el día en que cumpla los dieciocho, momento en el cual tiene previsto regresar a la universidad. 

La otra ha sido una señora de entre ochenta y cinco y noventa años, a la que menciono en las crónicas que siguen. 

Las expectativas se me quiebran no obstante cada vez que llego a Santiago. Estoy deseando llegar y cuando lo hago me siento gris y lejano.

El camino es hermoso al andar. Llegar es el final pero no la meta.

El reto ha sido para mí en esta ocasión hacerlo solo; caminar tratando de hacerme transparente en la mente y en la mirada como una sola cosa.

Apenas si lo he conseguido salvo contadas ocasiones. El pensamiento va de un lado para otro. Muy difícil estar en el ahora.

Sé que nunca es tarde para aprender, pero ya no sé si quiero. Me fatiga el esfuerzo. Ahondo en mí y tan sólo volutas difusas de un umbral de niebla que se me ofrece tan lejos como cerca. ¿Será este el túnel pasivo de la noche oscura del alma?

Hablo con los peregrinos. De hecho es lo que más me gusta del camino. La mayor parte tampoco parece ver más allá de lo aparente. ¿Dónde queda todo este tinglado cuando nada queda?

 

Santiago he de volver a ti, aún tengo preguntas.

 

Enviado desde mi iPad

 

 

Aquí como llegué, con menos tripa y con Alex

 

PRIMERA ETAPA, 13 de octubre, Cebreiro – Triacastela

 

De esta etapa no he hecho crónica. El resto de los días en cuanto llegaba a la habitación de la pensión escribía algo desde el móvil. Lo que sigue son esos escritos con pequeñas correcciones.

 

Sagrario me despidió ese día a las nueve de la mañana cerca del albergue de peregrinos de Cebreiro. Luego ella tomó el coche y se fue a Sasamón. Nos casamos a unos metros de este lugar hace hace algo más de cinco años.

 

Niebla densa al comienzo de la etapa. Como a dos quilómetros me encuentro con una, según confiesa ella misma, estresada ejecutiva catalana, Lourdes, a la que ya no volvería a ver más en todo el camino. Me dijo que lo hacía para relajarse. Estaba muy interesada en las energías telúricas.

 

 

 

Aquí como salí, gordo

 

SEGUNDA ETAPA, 14 de octubre,  Triacastela – Sarria

 

Francisco Limonche Valverde

 

14 de octubre cerca de Sarria, Galicia a través de su celular, Triscastela- Sarria

 

Preciosa marcha de Triacastela a Sarria. Había niebla a las ocho de la mañana y anduve despistado un trecho hacía Samos. Me di la vuelta como a un km del desvío de Triacastela y tomé la alternativa de Xan Xil. A mitad de camino me acerqué a ver al alquimista, hombre que arrastra tristezas, alquimia, desorden y arte en una casa apartada como a unos quinientos metros de la senda. Tuve una charla con él y le compré un colgante de un cuarzo muy puro extraído de una cantera cercana. Para estar en contacto cielo y tierra me dijo.

 

En un rato me acerco a Samos a la misa del peregrino.

 

TERCERA ETAPA, 15 de octubre, Sarria - Portomarin

Francisco Limonche Valverde

15 de octubre cerca de Castro de Rey, Galicia

Sarria – Portomarin

Escribo desde el iPhone. 


Hoy he hecho la etapa Sarria - Portomarin. He llegado empapado de agua y sudor. 25 km con una mochila de ocho kilos y un paraguas grande más estorbo de momento que de guarecimiento. Sagrario me dice que sí hago meditación durante las marchas. Lo hago y llego a la misma conclusión que antes del camino. Ni desde el corazón ni desde la cabeza entiendo el sufrimiento o el desasosiego. Tantos escritos y voces hablando de un mundo mejor y sin embargo las evidencias dan la impresión d mostrar un mundo cada vez más desigual e injusto. Puede que la vida sea tan sólo una experiencia de la conciencia. Mi yo sin embargo no entiende que la existencia física se acabe tan pronto y que los seres humanos nos hagamos daño por unas migajas de un banquete tan efímero. 

No es pesimismo. Es dolor. 

Ayer asistí a la misa benedictina cantada de Samos. Concelebrada por siete sacerdotes tuvo momentos tanto bellos como patéticos. Belleza en Cristo; patetismo en los salmos cantados al del dios de los dioses que mata y destroza a sus enemigos. 

Un peregrino se arrodilló al final de la misa ante el altar y cantó un precioso padrenuestro cargado de emoción y solicitudes al Dios bueno, no al que quema campos y da tanto miedo. Me gustó mucho.

Es la segunda vez que pierdo unas gafas en el camino. Probablemente se me cayeron donde el alquimista. Lo cierto es que le llamé para pero no me cogió el teléfono. Hay algo que necesito ver para lo que no necesito gafas. Me viene al recuerdo mi hija Cristina cuando perdió con once o doce años sus segundas o terceras gafas y le di la única bofetada que le he dado en toda mi vida y de la que todavía me arrepiento y me duele. Quiero mucho a mis hijos y ni un sólo mal gesto debiera haberles hecho nunca. 

¿Quién me da a mí la bofetada? Yo me la doy a mí mismo con la mochila cargada de desazón por el anhelo de no saber si llegaré a contemplar un mundo mejor y más bueno. 

Me sucedió también que en un instante de la etapa me vino como en un flash el nombre de mi padre. Reconocí su intención de caminar a mi través en su camino de Santiago. Nada de mente. Puro sentimiento. Mi padre siempre quiso hacerlo pero era entregado a la familia y último para sus deseos. Conmigo ya ha hecho el camino, aunque en una próxima ocasión será su nombre el que ponga en la acreditación compostelana. 

Estoy tumbado en la cama. Pensión Perez. Buena comida, campo abierto y tan sólo enturbia este sueño que me comienza a azorar el lejano ruido de una moto sierra 

Hasta mañana.

 

 

Aquí en Samos

 

CUARTA ETAPA, 16 de octubre, Portomarin – Palas de Rei

 

Francisco Limonche Valverde

16 de octubre cerca de Palas de Rey, Galicia, Portomarin- Palas de Rei


Etapa lluviosa. De nuevo empapado y curiosamente de sudor más que de lluvia. Hoy me han llevado la mochila en taxi. Tan sólo he caminado con una mochila pequeñita y cuatro cosillas en ella. El recorrido ha sido de 26 km. 

Los últimos km comenzaban a hacérseme duros cuando me crucé con un peregrino que me empezó a hablar de su camino de vida y de su camino de Santiago. Es de madre judía y padre católico. La madre hubo de renunciar a la fe judía y a parte de la familia, que la borró de su historia. 

Él es católico y enviudó hace un año. La pena le impide hablar. No sabe muy bien por qué hace el camino que le está siendo penoso. Compartiendo conmigo aligeró un poco su carga y se nos hizo a los dos más llevadera la última fase de Portomarin a Palas de Rei. 

Hoy no he disfrutado mucho del paisaje. La lluvia rancheaba en ocasiones y tuve que hacer filigranas con el paraguas y los bastones. 

Ahora son alrededor de las 19 h. Luce el sol y estoy sentado en una terraza dejándome acariciar por la tibieza de los últimos rayos. 

Fui a la cama tras la comida pero se me ocurrió poner la televisión y quedé enganchando con el programa Entre Todos de TVE 1. Un chico de 22 años ha sido la causa. Cuida de su madre enferma de fibromialgia y de un hermano con discapacidad síquica. Dice que jamás ha vivido un solo instante de paz en toda su vida, con estrecheces y penurias extremas siempre. Sin embargo no cambiaría por nada la familia que tiene. Dice que les van a echar del piso concertado en el que han vivido los últimos cinco años y ha hecho un llamamiento para salir de ese infierno y ayudar a su familia. 

La nobleza de su mirada, la coherencia del dolor han provocado un aluvión de llamadas de ayuda. Ha recibido tres ofertas de trabajo, más una familia que se le ofrece como familia de apoyo, ante la ausencia paterna de un padre por cierto al que adora, pero que jamás lo fue según dice ni antes del divorcio de su madre cuando él tenía siete años, ni ahora en este momento de agonía económica. 

Bueno nada más. Las botas se me están quebrando y me he tenido que poner un par de tiritas.

 

 (4 fotos)

QUINTA ETAPA, 17 de octubre, Palas de Rei - Arzua

 

Francisco Limonche Valverde

 

17 de octubre, Palas de Rei - Arzua

Etapa de algo más de 30 km. Me he dosificado y he llegado bien pero lo he hecho alrededor de las 17 h. La primera anécdota es que le he preguntado a la señora de la pensión si me podía decir donde comer pues ella ya había cerrado su cocina. Me ha dicho de la plaza cercana. Sin embargó y justo en el mismo portal donde me alojo y tiene ella su pensión hay una cocina de muy buena pinta abierta ininterrumpidamente. Feo detalle de competencia absurda.

El lugar donde he comido no está mal pero hubiera preferido hacerlo en este cercano y con mayor variedad en los menús. Lo curioso es que no he sido capaz de ver el restaurante hasta la vuelta. 

Hoy he conocido a Alex, un chico australiano de 17 años que hasta que cumpla los 18 y vaya a la universidad ha decidido hacer el camino de Santiago e ir a la India para profundizar en budismo e hinduismo. 

Me ha encantado. He recorrido con él media etapa. Curiosamente cuando se ha topado conmigo me encontraba yo con otros dos peregrinos de mi misma edad hablando de fútbol. El chico se acercó y comenzó a hablarnos de su búsqueda y prácticamente de metafísica al poco tiempo. Me ha dejado con la boca abierta. 

Me he entendido con él en un inglés cómodo, entre otras razones porque tiene alguna circunstancia en su habla que le hace pronunciar quedo y con palabras pausadas. 

Me ha pedido consejo. Dice que camina con un amigo pero que prefiere llegar sólo a Santiago porque su amigo es muy dependiente y él necesita meditar. Le he dicho que haga honor a la responsabilidad que haya contraído de caminar juntos y en todo caso escuche a su conciencia, que no es cuestión de consejos. No obstante parece que me ha hecho caso y ha llamado a su amigo para volver a caminar juntos. 

Quiere estudiar música. Camina con una guitarra y compone canciones de jazz. Un lujo hablar con este chico. 

Luego me encontré con un misionero paralímpico, un rumano que tiene una pierna biónica y lleva 18 años en el camino, dando charla al peregrino y evangelizando a quién se deje. 

Saca unos cuartos con un sello propio que pone a los peregrinos entre etapas y cuando consigue unos pocos euros, los suficientes como para ir a Tierra Santa, va a Jerusalén a seguir los pasos de Cristo. Me ha regalado un salmo y yo le he dado dos euros. Es simpático y alecciona también sobre la enseñanza que le ha supuesto su discapacidad. 

A cinco km me he vuelto a encontrar con el viudo triste de ayer que me ha confesado que tiene una duda. Está enamorado de dos mujeres a la vez pero no se atreve a decidirse por ninguna de las dos por miedo a lo que diga su hija. 

En fin que se creen que soy un cura para dar consejos. 

Curiosamente el viudo es un argentino que también vive en Australia. Le he presentado a Alex y ha quedado como yo encantado. 

Estoy en la cama. Me voy a duchar.

 — en Arzua Spain

 

 

 

SEXTA ETAPA, 18 de octubre, Arzua – Arca do Pino

 

Francisco Limonche Valverde

 

18 de octubre cerca de Touro, Galicia, Arzua – Arca do Pino


Llueve a cántaros en Arca do Pino, como en los tiempos de Noé. Hoy he recorrido poco más de 20 km. Un paseo sin dificultades. De nuevo eso sí empapado por el sudor. 

Esta es una de las etapas menos bonitas del camino. Al menos la tercera parte se hace en paralelo a la N 527, carretera tan ruidosa como peligrosa. 

Podía haber llegado directamente a Santiago, sin embargo me alegro de no haberlo hecho pues a estas horas estaría como una sopa. 

Lo único relevante es que alguien se ha llevado del sobre de la taxista que me está llevando la mochila durante las tres últimas etapas los tres euros depositados que cuesta su transporte. 

Una pena de gente la de la pensión de ayer. Les he llamado para decirles lo que ha ocurrido y ni se han inmutado. 

La taxista afirma que han sido ellos. Que cuando supo a qué pensión iba a ir estuvo a punto de decirme que no lo hiciera.

Lo cierto es que ni había papel higiénico en uno de los servicios, ruidos tremendos que me han desvelado a mitad de la noche y camas como las de antes de la guerra. He dormido mal.

Pensaba llevar mañana la mochila y entrar con ella a Santiago pero la taxista ha sido tan amable no queriendo cobrarme los tres euros sustraídos que he decidido seguir con ella hasta el final como compensación a tan mal trago.

Apenas si he tenido hoy conversación con nadie. Una italiana de 30 años que lleva en el camino desde el 17 de septiembre y que anteayer sufrió una gastritis por el agua del albergue. Pese a ello ha decidido llegar a Fisterra y Mungia. Chica simpática y agradable, con la que he compartido poco más de un km. 

La moral se me viene abajo desde hace tres días cuando veo a una señora más cercana de los noventa que de los ochenta y cinco que camina muy lentamente, llevando eso sí a sus espaldas una señora mochila. 

Me pregunto ¿la ayudo? Pero las dos veces que he hecho el intento no ha parecido querer mi ayuda. 

Un par de veces la he esperado en descensos peligrosos y me he puesto delante de ella para asegurar que no tuviese un tropiezo. Lo ha agradecido. En todo caso con un par la señora. 

Me voy a la misa del peregrino en un rato. Ayer en Arzua llegué casi al final de la misa allí celebrada, en la que de nuevo el peregrino catalán de origen andaluz cantó un precioso padrenuestro. Hablé con él. Ha recorrido más de dos mil km para agradecer la sanación de una hija. Canta con un sentimiento que pone los pelos de punta. 

Poco más.

SEPTIMA ETAPA, 18 de octubre, Arca do Pino – Santiago de Compostela

 

19 de octubre Arca do Pino- Santiago de Compostela

Francisco Limonche Valverde

19 de octubre cerca de Santiago de Compostela, Galicia

Fotografía con Alex de Australia.


Etapa de unos veinte km. Suave. Santiago me recibe sagrado y mundano, limpio y pícaro a un tiempo. 

He sudado mucho. La razón ya la he descubierto es el chaquetón que no transpira. Puedo haber perdido unos cuatro kilos. Lo digo por el cinturón, tres agujeros más atrás. 

Este es de los diez u once caminos que he recorrido en el que me he sentido con más fuerzas. Los comencé en el 2003 y desde entonces he tratado de hacerlo todos los años. 

Suena una gaita. Hace algo de viento. Por unos instantes y alrededor de las 15 h barrieron la plaza del Obradoiro agua y viento. Una boda se hubo de refugiar rápidamente bajo los soportales. Una peregrina en silla de ruedas reía mientras la empujaban empapada para protegerla. 

Caen en estos momentos gruesos goterones. Escribo desde la rua acibecheria frente a una de las puertas de la catedral. 

He presentado en el abrazo a Santiago peticiones y esperanzas que llevaba escritas de amigos y familiares. El camino es andar y cansa, pero ya no podría vivir de la misma manera si no lo hiciera. 

Ha habido momentos en los que el bosque se me asemejaba un túnel en el que al final surgíese un algo inesperado. 

No ha sido así. Emoción de muchos peregrinos. Abrazos y cariños de seres a los que probablemente nunca volveré a ver. 

Escribiré algo más esta noche en el tren de regreso. Un abrazo del apóstol de Jesús y otro mío.

 

 

 

 

Francisco Limonche Valverde

El Espinillo, 28041 Madrid, España

 

Bitácora personal

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